Todo en orden, Almu.

¡Que rule esa Cafinitrina!

Bueno, tronca. ¡Qué semanita! 

¿Perdona?

O sea, no te imaginas la que estás liando. Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, tus libros y los de Luis agotados en todas las librerías, el Gobierno de La Rioja que va a poner tu nombre a la biblioteca de Logroño (que tiemble la Sierra de Cameros que ya estamos organizando expedición), el Gremio de Librerías de Madrid creando un premio con tu nombre para escritores noveles, Batet citándote en el homenaje a la Constitución, minuto de silencio atronador en el Metropolitano… 

Nada de eso, querida. De exageración nada. 

¡Y lo que queda! 

¡Hombre! Pues claro que el Atleti envió corona. ¡Que se lo digan a los pobres de Tres Cantos! Vamos, me toca a mí bregar con unas locas como nosotras y paso la noche en Plaza de Castilla, te lo aseguro.

¿Que por qué? 

Pues hija, porque cada dos minutos, literal, llegaba una corona nueva y estuvimos jugando al Tetris todo el día para que la del Club y la de los Nietos de Don Manuel siguieran en primera fila. Un show, hija mía. 

¡Es que no sabes qué era aquello!

Ya, ya. ¡Ya voy con el partido! Es que se me amontona el trabajo. 

Pues, a ver cómo te explico… ¿tú te acuerdas de cuando papá grababa los derbies y nos llamaba en cuanto acababan para preguntarnos si podía verlos? ¿Y te acuerdas de lo que soltaba por esa boca cuando le decíamos que mejor se pusiera alguna de John Wayne que tuviera a mano? 

¡Pues dale al play, reina mora! 

¡Joder! ¡Pues claro que puedes verlo! ¡Puedes y debes!

¿Pero cómo voy a estar de coña? ¡Tía! ¿Cómo voy a bromear con eso?

Bueno, es que ya verás: lo de Oblak ya es una cosa por demás, y lo de Yannick sublime hasta que… Vale, vale. Ya me callo. 

¿Tu Angelito? Ja, ja, ja. ¡Pero si me acabas de decir que no te cuente nada! 

¡Efectivamente! A ver qué dicen ahora los del Curso de Entrenador CCC… ¡Qué pesadilla, de verdad! ¡Qué peña tan cansina!

Venga sí. Que nos ponemos a darle a la húmeda y nos quedamos solas.

¿Mañana? Pues personarme en la puerta del centro de salud hasta que abran para que me incluyan cuarto kilo de Cafinitrina en la receta electrónica; a mí, a este ritmo, con la Paroxetina y el Orfidal no me llega, qué quieres que te diga. 

¿Lo de quién? ¡Ay, sí! Te digo en cuanto sepa. 

Bueno, cariño. Da muchos besos por ahí, anda. Sí, sí. Yo reparto por aquí los tuyos. 

Yo más a ti. Y lo sabes.